sábado, 9 de diciembre de 2017

APRENDIENDO A VIVIR


Ha sido un verano y un otoño duro. Nuevo trabajo en una oficina y muchas horas de estrés. En busca de un trabajo para todo el año, se podría decir que mi verano ha pasado sin pena ni gloria. Aprovechando los sagrados días libres y esperando sin más que terminara.

Ha sido un tiempo de crisis. Pensamientos contradictorios, dudas, objetivos sin definir… Curioso que después de un tiempo de ensueño llegara todo lo contrario. La apatía y las pocas ganas estaban ganando la batalla. Salir, moverme, entrenar se estaban convirtiendo en un verdadero esfuerzo. Estaba triste, cansada y sobre todo estresada.

Por otro lado llegaron mis dudas como inmigrante que soy. Todavía no siento este lugar como mi hogar, y sin embargo cuando vuelvo a España empiezo a sentirme extraña. Algo se me estaba poniendo difícil. Sabía que este momento llegaría tarde o temprano. La sensación de echar todo de menos y de no saber muy bien qué hacer al respecto. ¿Por qué no vuelvo? ¿es este el lugar donde quiero quedarme? Me estaba perdiendo en la confusión.

Tomar decisiones era importante pero también tenía que tener cuidado. Pues como bien es sabido "toda decisión implica una renuncia". Decisiones y renuncias; ese es el tema. ¿ A qué estaba renunciando?: Estaba renunciando a mi misma.
No siempre es posible adaptarse a todo. A veces ni siquiera a nuestras propias decisiones.

Hay etapas que sabemos que no se arreglan de la noche a la mañana y esta ha sido una de ellas. Plantearte de nuevo las preguntas existenciales: ¿de dónde vienes?, ¿ quién eres? y la tercera que vendría después. De ahí, un inevitable viaje al pasado me recordó porqué elegí este camino. Nada es casual sino causal. Y tenía mucho sentido.

Llegó el otoño y las primeras nieves. Las respuestas comenzaron a emerger solas.
En octubre comencé a esquiar y me propuse visitar los 5 glaciares del Tirol (Kaunertal, Pitztal, Sölden, Stubai y Hintertux), para luego dar paso a otras estaciones que han ido abriéndose hasta el dia de hoy.

La montaña era algo que necesitaba. No pensar; sólo respirar y vivir. Ser consciente de que ese trabajo me estaba haciendo polvo y decidir dejarlo a pesar de todo lo que había apostado por él. Me había alejado de mi esencia y la había descuidado. No podemos intentar ser quienes no somos, ¿cierto?.

No sé hacia donde voy ni me obsesiona en este momento saberlo. Me siento tranquila e incluso aliviada de no pensarlo. Estoy bien, sé quien soy y vuelvo a sentir mi energía. Es momento de volver a la sencillez del día a día, disfrutar de mis amigos, de los que llegan, del esquí que es lo que me trajo aquí, de ver a mi familia en Navidad después de años y de volver a conseguir retos. No me apetece complicarme más.

En realidad, ¿ qué puedo pedir? Soy afortunada. Tal vez  sólo me hacía falta volver a aprender a vivir.


Hintertux 25.10
 Pitztal 28.10




 Max

 Wildspitze (la segunda cima más alta del Tirol)
 Tamas y Max

 Sölden 18.11

 Camino a Kaunertal 26.11


 Kaunertal

 Nordkette 2.12

Mar de nubes. Innsbruck




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Innsbruck, Tirol, Austria

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